jueves, 31 de mayo de 2012

Texto de Sala "Patrones de la Realidad"




Adrián González / PATRONES DE LA REALIDAD


La obra de Adrián González tiene un largo recorrido. Las piezas que conforman esta muestra son las  más recientes, pero su trabajo inició hace seis años con otros temas y con otros conceptos.

Es así como podemos ver en esta exposición a un pintor de varias manos. Acaso Richter o Picasso tienen la cualidad de tener varias voces en un discurso plástico coherente y heterodoxo que no elimina etapas sino que se superponen para enriquecerse. Esta cualidad es la que nos pone en contacto  con una pintura enteramente contemporánea, que no se deslinda de la madre de todas las pinturas de este siglo: la pintura moderna. A diferencia de otros jóvenes pintores que ven al siglo XXI como una fiesta de disfraces retro, la pintura de Adrián González recoge la vitalidad  experimental de Frank Stella o Robert Rauschenberg pasando después por Sigmar Polke.

Como se puede apreciar el motivo que relaciona a todas estas piezas es el automóvil.   Extraño ingenio que multiplicado por millones se convierte en esa extraña bestia con la que tenemos que lidiar: el  tráfico cuyo alimento, es el tiempo vital del individuo. El comercio nos vende la idea de comprar una máquina que puede llevarnos a nuestros destinos seguros y rápidos y que somos dueños de cinco asientos usando uno. Esta ilusión de imagen y prestigio creada para la mitología de las clases media se ha devorado el presupuesto de la ciudad en la construcción de vías que nos llevan a embotellamientos. El promedio de velocidad de este meteoro que suponemos tener es el de una carreta del siglo XIX. Esta burbuja de fibra de vidrio ha creado no solo una modalidad de neurosis sino toda una cultura de la que viven y en la que viven millones de personas. Desde el franelero, el gasolinero y el jefe de gobierno de la ciudad que hasta hace poco cobraba ese impuesto santaanesco llamado tenencia.

La obra de Adrián González tiene una fuerza autónoma que le permite trascender a su tema y a su motivo, a diferencia de los autoproclamados y muy celebrados artistas contemporáneos que no han escapado del nominalismo medieval y sus técnicas paleocristianas de representación, por lo que se explica su fetichismo.

Como bien puede verse en el trabajo de Adrián González  se incorporan materiales poco usados en la pintura como el vidrio, metales y ensambles de madera para crear superficies cuya cualidad simbólica se trasciende en realidad plástica.

La publicidad y su lenguaje es el que este pintor ha usado como un soporte cultural para sobreponerle un fin más elevado: la pintura.


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